AGIAN LAGUNGARRI IZANGO DUZUE ...
- Aunque
los niños no estén muy de acuerdo, los expertos aconsejan abandonarlo a
los 2 años. Con paciencia y unos sencillos trucos el proceso puede
resultar más fácil
El chupete:
ese objeto que tanto tranquiliza a los niños y que tantas tensiones genera
entre padres detractores y defensores de su uso. Porque este objeto de
apariencia inofensiva ocupa un lugar de honor entre las polémicas centradas en
temas relativos a la infancia. No sólo por sus ventajas o inconvenientes.
También por la disparidad de opiniones sobre la edad a la que se debe abandonar
su uso y sobre la manera de hacerlo.
Aunque
existen todo tipo de teorías y trucos, los pediatras, con pequeñas variaciones,
coinciden en que debe dejarse en torno a los 2 años. ¿Por qué a esa edad y no a
otra? "Este punto en el tiempo coincide en la mayoría de niños con la
disminución fisiológica del reflejo de succión iniciado ya en la época fetal,
que ha sido básico en estos meses. Por otra parte, también coincide con que en
casi el 100% de los niños se ha producido ya la erupción de las primeras 16
piezas dentales", detalla a este periódico Jordi Sapena Grau, jefe del
Servicio de Pediatría de la clínica Teknon. "Retrasar la retirada más allá
de esta edad conllevará un mayor riesgo de alteraciones mandibulares, dentales,
linguales y deglutorias", alerta.
Sea como
sea, lo normal es que no se abandone el chupete de un día para otro. "Por
eso, a partir del primer año de vida es aconsejable restringir su uso a situaciones
y momentos concretos, como, por ejemplo, la hora de conciliar el sueño. Esto,
indudablemente, facilitará la retirada definitiva", explica el doctor
Sapena. Para facilitar el proceso, es conveniente seguir unos pasos más
relacionados con la lógica que con las fórmulas mágicas de dudosa eficacia que
proliferan por la red.
Los trucos de la abuela...
Decir que el
chupete tiene bichos, echarle sustancias amargantes, cortar la tetina... Los
trucos populares pueden funcionar, pero no son la mejor opción. De hecho,
algunos pequeños pueden asustarse, desarrollar temores y derivar la angustia
hacia otros hábitos, como chuparse el dedo, que es mucho peor desde el punto de
vista de las alteraciones bucales posteriores y también una costumbre más
difícil de erradicar que la del chupete. «La sabiduría popular ha acumulado
durante años múltiples sistemas, trucos y triquiñuelas para hacer más fácil el
proceso de retirada, con éxitos inconstantes. Casi todos los sistemas fracasan
en el último momento ante la negativa del niño a desprenderse de su preciado
objeto», insiste el doctor. La fórmula que él recomienda consiste en
información al niño y constancia.
... y
‘herramientas’ más modernas.
Hay una
amplia selección de cuentos infantiles en los que el protagonista tiene que
afrontar el reto de dejar el chupete (entre ellos, ‘Adiós, chupete’, de Jordi
Indurain; ‘Sin chupete ya soy mayor’, de Jacobo Muñiz, o ‘Quiero mi chupete’,
de Antonia Ródenas). Puede ser una buena opción preparar el terreno con este
tipo de material. El niño se sentirá identificado. En Internet también hay
vídeos y canciones muy útiles. La más famosa, ‘Adiós, chupetito’, de los
Lunnis.
1
Lo primero,
antes de mentalizar al niño de que tiene que dejar a su ‘amigo’, es que los
propios padres se mentalicen. El proceso no debe tener vuelta atrás. Se
generaría un lío al chiquitín. Si se toma la determinación, no hay que tirar la
toalla. "No hay que volvérselo a dar, pues asociará que la desaparición es
temporal y cada vez será más difícil retirarlo", advierte Sapena.
2
Luego, hay
que preparar el terreno. "Lo que mejor funciona es informar al niño de que
se le va a retirar en unos días y, llegado el momento elegido, hacerlo
desaparecer", dice el doctor.
3
No alargar
el momento. "Ha de ser un proceso corto, de pocos días, entre la
información y la retirada", indica Sapena.
4
"Un
buen método es que sea un personaje fantástico o simpático (Papa Noel, los
Reyes Magos, los pececitos del mar...) quien se encargue de llevárselo y al
cual, evidentemente, no puedan reclamárselo con posterioridad", apunta
Sapena. En algunas ciudades hay puentes, árboles, pozos... enclaves donde se ha
instaurado la costumbre de depositar, hasta acumular un buen muestrario de
ellos. Este tipo de rituales pueden ayudar, ya que el pequeño ve que es un
proceso que afecta a otros semejantes y protagoniza él mismo la despedida.
Algunos padres hacen una ‘ceremonia’ y lo tiran con el niño a la basura o lo
meten en un sobre y lo echan al buzón de Correos. Según aclara el doctor,
"la mayoría de los padres se acaba sorprendiendo de lo fácil que ha sido
el proceso".
iruzkinik ez:
Argitaratu iruzkina